La Dama de Hierro: el otro nombre de la Torre Eiffel
Lunes 22 Noviembre 2021
Modificado el 27/05/22
La Dama de Hierro es el apodo más extendido de la Torre Eiffel.
¿Por qué la torre se llama “Eiffel”?
En 1885, cuando aún era solo un proyecto, se la conocía como la “torre de hierro de los 300 metros”, pero enseguida pasó a ser “la torre del señor Eiffel”, su prestigioso creador, y después simplemente “Torre Eiffel”. En 1900, Gustave Eiffel publicó un libro sobre su diseño y construcción con gran cantidad de detalles (incluyendo planos y láminas técnicas) titulado “La Torre de los trescientos metros”. Cuando se reeditó en 1902, el libro se tituló “La Torre Eiffel en 1900”, confirmando así que su nombre había pasado a la posteridad.
¿Por qué una dama?
El nombre de Torre Eiffel se extendió desde su inauguración y, más tarde, en el siglo XX, se equiparó con una dama, principalmente debido al género femenino de la palabra “torre”. Además, echándole un poco de imaginación antropomórfica, puede considerarse que los cuatro pilares del monumento son sus piernas o pies, y que incluso lleva una “falda de encaje” en alusión a su estructura de celosía rematada por bonitos arcos entre los pilares.
Símbolo de la nueva era del hierro, la industria y la ciencia, la Torre Eiffel entabla además un diálogo atípico con otra dama parisina, su hermana mayor gótica y símbolo religioso, la catedral Notre Dame.
Con motivo del 50º aniversario de la torre, en los años 30, aparecieron los siguientes nombres en la prensa y en los libros para referirse a ella: “Gran dama”, “Bella gran dama”, “Gran dama de hierro”, o a veces incluso “Anciana dama de hierro” en alusión a su edad… Finalmente, el apodo que ha perdurado es el de “Dama de hierro”, especialmente entre la prensa.
¿Por qué de hierro?
Se trata, por supuesto, del metal del que se compone la estructura de la Torre: más concretamente, de hierro pudelado, que es un metal con un tratamiento específico para hacerlo más puro y resistente, pero menos rígido y más ligero que el acero. La Torre se ha convertido además en un símbolo de solidez, capaz de soportar cualquier cambio de temperatura o inclemencia y, en general, todas las condiciones meteorológicas que ha vivido París desde hace más de 130 años. Si se mantiene adecuadamente y se repinta cada 7 años, como recomendaba Gustave Eiffel, su vida útil es ilimitada.
¿Y la otra Dama de Hierro?
A finales de los años 70, apareció otra “Dama de Hierro”. La primera ministra británica Margaret Thatcher fue llamada así por un periódico soviético debido a su inflexibilidad e impasibilidad ante las críticas o los ataques. Este apodo, menos cariñoso que el de la Torre Eiffel, se extendió como un reguero de pólvora por todo el mundo occidental y se ha mantenido hasta nuestros días.
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